jueves, 16 de diciembre de 2010

El sueño


Suena música de sueño de sombras; el gato de ojos de cristal erizado salta hacia atrás en la telaraña del sueño. Estremecido el cuerpo, ahogado en frío sudor de cristal de gato erizado, el sueño, espejo de vida en sombras. ¿Qué me decís, espectros, qué pretendéis de mí?. Sombras negras fugaces de la noche, me acosáis, no entiendo vuestras palabras que rápidas se precipitan desde vuestros trajes repletos de sucias sombras. Qué oscura oscuridad encontráis dentro de mí arrullándome en estrepitoso aquelarre, qué queréis negras brujas de la noche que susurráis veloces y me atenazáis el alma. Alejaos, os lo suplico con vuestra maraña negra que me quita el sueño. Dejadme la oscuridad. La oscuridad. Perros, husmean, jadean, se acerca por todos lados. Perros. Perros. Amor, espérame en el coche. Sombras. Perros negros de la noche, olisquean invisibles, alzan sus patas de sombras, atenazándome descarnados, arrastrándome hacia lo negro. Me acerco al cristal. La luz roja. Dolor, intenso dolor ardiente. La puerta. Los perros. Veo el coche, soleada amor. La lista sobre el corcho bajo la luz roja me llama junto a la mesa. ¿Qué desea?. Nada quiero, rojo espectro que me ahuyentas, sino ver si mi nombre figura en la lista. Miradlo si lo deseáis. Estrellas se funden. Llegan más negras sombras, temo, amor, la lista. La he visto, ¿dónde estás, amor?, ¿de dónde salís, espectros de la noche?. Los perros de sombras me hunden con ellos; ¿dónde estáis, amor, dónde os llevaron que llora mi corazón?. Los perros me persiguen. Luz. Aire. Temor. Vuelo sobre una plaza de casas antiguas elevadas, veloz mi corazón casi para. Reboto en piruetas sobre la plaza atemorizado y las perspectivas se vuelven locas, todo son pendientes que se agudizan, se cortan, extiran y se funden. Vuelo de un lado a otro de las agonizantes casas sobre la plaza obtusa. Todo me duele y caigo. Un garaje. Tres personajes reclinados sobre un sofa deshilachado entre paños blancos que comienzan a entonar un canto; mis oidos chirrían, ¡no lo quiero escuchar!. Cantan y danzan entorno mío entonando sus negros salmos que se me clavan en el alma. Tú. Tú. Tú. ¡No quiero escucharlo!…Callad, callad, malditos. Pero danzan y sus cuerpos se contorsionan estremecidos atenazando el muslo izquierdo con ambas manos desgarradas y entonando sus oscuros salmos con halaridos de dolor. El gato de cristal erizado. Me estremezco en sueño, el cuerpo cristalino jadea cuando un profundo dolor atenaza mi muslo izquierdo. Dejad de danzar, negras sombras, mi dolor se acentúa por momentos. Las negras iras de los espectros danzantes los consumen salmodiando desde carnes vanas que se derriten sin meta atenazándome la cólera del dolor mortal. Tú. Tú. Tú… ¿Dónde estás, amor?. ¿No estás?. ¿Te llevaron, amor?. Sal, llegó la luz del día y todo está solitario. No sé que pasó. Perros. Oscuridad. Tú. ¿Te llevaron realmente, amor?… El coche. La carretera oscura. Volar. Temor. Luz, aire y oscuridad. ¿Qué sueñas, ahí, dormido cuerpo?. Cuerpo, debes estar vacío. Temor. Amor, sé que ahora podría ir contigo, lo sé, amor, más allá de las sombras, lo deseo, ahora sólo soy luz, amor, podría ir contigo pero ¿podría volver?. Amor, si ya tan soleado fuera sólo sombra de sombra, ¿querrías eso, amor?. Cuerpo, duermes tan profundo, cuerpo , ser sombra aún deseo. Cristalino cuerpo, cristalino…

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