miércoles, 1 de diciembre de 2010

Tomavista. Cuadro de Marcos Bontempo


El aura de la vida se abre paso en un cielo denso a medias, a medias violento y confundido. En la densidad, el rojo. La ciudad orgánica, viva y oscura, a veces iluminada, se contorsiona lasciva e inhóspita hundiéndose, fundiéndose como los extremos de la bahía nocturna con el Mar, en el río verde de la vida, donde se confunde estremecida la luz de los faroles de la ciudad. Altos y cúbicos se recortan como un ejercito de gladiadores cruzando la oscuridad sobre el puente albo de la razón y, entre las peñas, el farol de los marineros que se hacen a la mar, que alumbra desde lo lejos la unión de vida, peña y cielo. No saben los sabios lo que sabe este Marcos Bontempo sin saber, y entre la luz, la vida, la peña y el farol discurre recto bajo el cielo el camino dulce que se pierde a lo lejos, en la sombras, sin saber.

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