martes, 7 de diciembre de 2010

Haciendo camino


Hola:
Esta es la carta de amor más melancólica y dolorida que probablemente jamás escriba en mi vida. Te tengo cerca pero estas tan lejos al mismo tiempo que mis manos quisieran tocarte y mis ojos te ansian mas ninguno te encuentra.
Sé que soy un desastre, sí, y lo seguiré siendo; yo nací así aunque me perdiera y con esta pena que llevo, pesado hato de los recuerdos, me basto.
Estoy triste, nostálgico, cansado y pensativo, ¡oh, desgraciado amor quién de ti pudiera, como el gato o el gorrión, olvidar tan fácilmente!. Me duele la cabeza y duermo poco y mal o mucho entre pesadillas lo cual me trae desconsolado el vivir. Siempre cuando enmudecen todas las cosas sólo el reloj tictea y retumba algún ruido nocturno asaltas mis reflexiones que acaban patas arriba; me duele el corazón, me falta el oxigeno, encuentro en cualquier sitio y tropiezo constantemente con cosas que te conciernen, acá un cabello pelirrojo, aculla tus minúsculas letras, tras de mí algo que dices; en fin, tu eco nunca abandona este ser.
Has sido la primera; así se me plantea el ánimo que de ti sentía apetito. Queden las cosas como están pues arribamos, a fin de cuentas, a este puerto y pues las despedidas cortas, por intensas, siempre fueron mejores: Adiós, Amiga.

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